jueves, 9 de octubre de 2014

INICIO DE LAS MATEMATICAS (primera parte)



LA HISTORIA DEL INICIO DE LAS MATEMÁTICAS
 
El mundo de las matemáticas es fascinante, pero sus inicios y los inicios de la ciencia en general son casi fantásticos. Al principio se confundía la superstición, la pseudociencia y la ciencia, era todo uno, y el que dominaba estos conocimientos era considerado un sabio. Desde los oscuros orígenes de la ciencia, en Egipto, pasando por Grecia y Roma, hay una gran cantidad de conocimientos de autoridad incierta y atribuida a Hermes, más tarde considerado un dios.

Empezando por el principio, por el principio de los tiempos, este artículo está dedicado, no a un matemático en concreto, sino al compendio de enseñanzas y teorías que había desde tiempo inmemorables (literalmente) y que los habitantes de antaño lo aglutinaron en la figura de Hermes.


No se puede hablar de Hermes sin mencionar las distintas facetas, fases, tradiciones y atributos que se le dieron a lo largo de toda su historia, una historia que al principio mezclaba ciencia y magia, propiedades reales e imaginarias, remedios medicinales y supersticiones. Algo muy común en los primeros tiempos donde no se tenía muy claro la frontera entre ciencia y superchería. A los ojos de hoy en día nos parece una autentica aberración, pero tenemos que recordar que hasta hace un par siglos todo esto seguía unido en nuestra cultura y sociedad, por poner un ejemplo, hasta hace poco se pensaba que las enfermedades eran consecuencia de nuestros pecados, la alquimia unía química y magia, y la astrología mezclaba astronomía con adivinación.
 
Con los ojos de la actualidad muchas de las hipótesis que se barajaban entonces nos parecen inocentes, ilusas, incluso irrisorias. Así que no es de extrañar que al principio de la historia, hacia el año 3000 antes de Cristo, la encarnación de la ciencia también lo fuera de la magia y de alguna otras cosas. Hermes es el nombre heleno de un personaje mítico que se asoció a un sincretismo del dios egipcio Dyehuty (Toth en griego). Más tarde también se le asoció al propio Abraham bíblico y con los romanos al dios Mercurio, el mensajero entre los dioses y los hombres, el que trae el conocimiento. Hermes Trismegisto significa en idioma griego “Hermes, tres veces grande” algunos autores lo llaman el tres veces maestro.
 
El dios egipcio Dyehuty, más conocido por su nombre griego de Toth, junto con otros dioses habían gobernado en el Antiguo Egipto antes que los faraones, fueron los dioses los que trasmitieron las enseñanzas a los egipcios y consiguieron que éstos vivieran en armonía y de forma civilizada. El dios egipcio Toth era el dios de la escritura, de las bibliotecas, de la lengua y el señor de las palabras divinas. Representaba las matemáticas, la astronomía y las ciencias en general. Era por ello, símbolo de sabiduría y señor de los discursos convincentes, de la astucia y de la magia. Es poco frecuente la representación de Toth con cuerpo humano y cabeza de babuino, pero por el contrario son numerosas con cuerpo humano y cabeza de ibis, casi siempre con material de escritorio. Toth era abogado y dios de las leyes; estuvo muy ligado a la diosa Maat como representante de la verdad, el orden y la justicia. Toth se servía de la astucia y la magia en los casos difíciles. Ocupaba una posición importante en el tribunal divino.
 
En la mitología griega Hermes es el dios olímpico mensajero, dios de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los oradores y el ingenio, de los literatos y poetas, del atletismo, de los pesos y medidas, de los inventos y el comercio en general, de la astucia de los ladrones y los mentirosos. El himno homérico a Hermes le invoca como el “de multiforme ingenio, de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas, que muy pronto habría de hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses.”
 
Clemente de Alejandría comenta que los egipcios poseían 42 escritos sagrados cuyo autor era Hermes. Estos escritos contenían todas las enseñanzas que poseían los sacerdotes egipcios. Este número de 42 seguramente era por las 42 zonas territoriales en las que se dividía el Antiguo Egipto, los nomos. Otro texto que se le atribuye es el de la Tabla Esmeralda, según cuenta la leyenda, Alejandro Magno encontró una esmeralda en la tumba de Hermes que contenía un texto críptico, al cual se le dio el nombre de “Tabla Esmeralda”, por supuesto esto forma parte del folclore y la leyenda. Más tarde, también se le atribuyó otro texto, “el Kybalion”. Otras de las obras más destacadas serían “El Poimandres” y “El Libro para salir al día”, también conocido como “Libro de los Muertos”, por haberse encontrado ejemplares de él dentro de los sarcófagos de algunos destacados egipcios. De estos textos hablaremos más tarde.
 
Al dios Toth en el primer o segundo siglo de la era cristiana, se le comenzó a llamar "Hermes Trismegisto" probablemente por los cristianos que tenían noticia de los textos egipcios. Recordemos que estos textos formaban parte de la enseñanza pública y formal como hoy en día es la filosofía o la geografía, por tanto su autor, Hermes, también era conocido entre ellos. No obstante, en algún momento, la ambigua noción de divinidad se transformó por la de un personaje histórico de los tiempos inicial de la civilización occidental, al cual además se le atribuyeron otros escritos filosóficos y científicos. Platón, en “Timeo y Critias” comentó que en el templo de la diosa Neit en Sais, había salas que contenían registros históricos secretos de sus doctrinas, las doctrinas de Hermes Trismegisto que tenían una antigüedad de 9000 años. A la identificación entre Toth y Hermes en la figura de Hermes Trismegisto ha de añadirse otra posterior, de carácter esotérico, por la cual Hermes Trismegisto es también Abraham, el patriarca hebreo, que habría comenzado dos tradiciones: una solar, pública, recogida en el Antiguo Testamento y otra privada, trasmitida de maestro a discípulo, accesible en el “Corpus Hermeticum”.
 
La tradición cristiana medieval lo veneró como protector y guía de los hermetistas, que practicaban las artes de la alquimia, la magia y la astrología, muy extendida a final de la edad media. Por su parte, según Antoine Faivre ha señalado que Hermes Trismegisto tiene un lugar en la tradición islámica, aunque el nombre de Hermes no aparece en el Corán. Historiadores y cronistas de los primeros siglos de la Hégira islámica identificaron a Hermes Trismegisto con Idris, el nabi de las suras 19, 57, 21, 85, a quien los árabes también identifican con Enoch. Según Antoine Faivre, a Idris-Hermes se le llama Hermes Trismegisto porque fue triple: el primero, comparable a Toth, era un héroe civilizador, un iniciador en los misterios de la ciencia divina y la sabiduría que anima el mundo, que grabó los principios de esta ciencia sagrada en jeroglíficos. El segundo Hermes, el de Babilonia, fue el iniciador de Pitágoras. El tercer Hermes fue el primer maestro de la alquimia. Un profeta sin rostro, escribe el islamista Pierre Lory, Hermes no posee características concretas, o diferentes a este respecto de la mayoría de las grandes figuras de la Biblia y el Corán.
 
La Tabla de Esmeralda
 
La Tabla de Esmeralda es un texto breve, de carácter críptico, atribuido al mítico Hermes Trismegisto, cuyo propósito es revelar el secreto de la sustancia primordial y sus transmutaciones. Hasta el siglo XX las fuentes más antiguas conocidas eran manuscritos medievales, pero investigaciones posteriores han hallado predecesores arábigos en Kitab Sirr al-Khaliqa wa Sanat al-Tabia (c. 650 d.C.), Kitab Sirr al-Asar (c. 800 d.C.), Kitab Ustuqus al-Uss al-Thani (siglo XII) y Secretum Secretorum (c. 1140).
 
Dicho mensaje es expresado de modo simbólico, su sola lectura no revela su significado. El acceso a la Gran Obra requiere trascender nuestra limitación racional, de ahí que todo alquimista conlleve una transmutación personal paralela que le permita acceder al lenguaje del Símbolo. El Todo, el Uno, tan sólo se expresa simbólicamente, y es necesario el aprendizaje en la hermenéutica del Símbolo. La expresión críptica de la Tabla no es intencional, sino que requiere de la persona adecuada, capacitada para comprender la Gran Obra.



El texto de la Tabla Esmeralda dice:
 
Es verdadero, sin falsedad, cierto y muy verdadero:
Lo que está abajo es igual a lo que está arriba,
y lo que está arriba es como lo que está abajo,
para realizar el milagro de la Cosa Única, del Uno.

Y así como todas las cosas provinieron del Uno, por mediación del Uno,
así todas las cosas nacieron de esta Única Cosa, por transmutación o adaptación.

Su padre es el Sol, su madre la Luna, el Viento lo llevó en su vientre; la Tierra fue su nodriza.
Él es el padre de toda la perfección y maravilla del mundo, y está aquí.
Su fuerza permanece íntegra aun vertida en la tierra.

Separarás la Tierra del Fuego, lo sutil de lo grosero,
suavemente, con gran ingenio y esmero.

Asciende de la Tierra al Cielo y de nuevo desciende a la Tierra
recibiendo la fuerza de las cosas superiores y de las inferiores. Así lograrás la gloria
del Mundo entero, y toda oscuridad y tiniebla se alejarán de ti.

Esta es la fuerza fuerte de toda fuerza, porque vencerá a todo lo sutil
y en todo lo sólido penetrará.

Así fue creado el Mundo.
He aquí la fuente de todas las admirables adaptaciones y transmutaciones,
cuyo modo es el que se ha dicho.

Por esto fui llamado Hermes Trismegisto —Tres veces Grande—,
poseedor de las tres partes de la sabiduría del Universo.


El Corpus Hermeticum
 
El Corpus Hermeticum es una colección de 24 textos sagrados escritos en lengua griega que contienen los principales axiomas y creencias de las tendencias herméticas. En ellos se trata de temas como la naturaleza de lo divino, el surgimiento del Cosmos, la caída del Hombre del paraíso, así como las nociones de Verdad, de Bien y de Belleza.
 
El Corpus Hermeticum comienza con la revelación de Poimandres, el pastor de hombres, uno de los epítetos del Dios de los gnósticos y los neoplatonistas, a Hermes Trismegisto durante el sueño.
 
Algunos autores afirman que los textos son meras traducciones griegas de originales egipcios, si bien estudios filológicos modernos, como los de Caubabon y Yates, apuntan a una redacción griega original que surgió probablemente entre los siglos II y III de nuestra era. Fueron ampliamente leídos en los últimos siglos de la Antigüedad y algunas sectas religiosas, como la de los harranitas, que tomaron el nombre de sabeos tras la conquista islámica, los adaptaron como libros canónicos. Aunque su uso fue decayendo con la cristianización del Imperio romano, todavía en el siglo V, San Agustín de Hipona argumentaba contra estos textos.
 
El índice de este Corpus Hermeticum es:

Tratado I. De Hermes Trismegisto: Poimandres
Tratado IIA. De Hermes a Tat: Discurso Universal [tratado perdido]
Tratado IIB. [Título perdido. Falta el comienzo del tratado y el título; según Estobeo era De Hermes: de los Discursos a Asclepio. Tema: el movimiento. Denominaciones de Dios]
Tratado III. De Hermes: Discurso Sagrado
Tratado IV. De Hermes a Tat: La Crátera o la Unidad
Tratado V. De Hermes a Tat, su hijo: Que Dios es invisible y, a la vez, muy evidente
Tratado VI. Que el bien sólo es en Dios y en ningún otro
Tratado VII. Que la ignorancia de Dios es el mayor mal entre los hombres
Tratado VIII. Que ningún ser perece, sino que equívocamente se denomina destrucción y muerte a lo que no es sino cambio
Tratado IX. En torno al pensar y al sentir [Que sólo en Dios y en ningún otro existe lo Bello y lo Bueno]
Tratado X. De Hermes Trismegisto: la llave
Tratado XI. El pensamiento a Hermes
Tratado XII. De Hermes Trismegisto a Tat: el pensamiento común
Tratado XIII. De Hermes Trismegisto a su hijo Tat: Discurso secreto de la montaña, en torno a la regeneración y al voto de silencio
Tratado XIV. De Hermes Trismegisto a Asclepio
Tratado XVI. De Asclepio al rey Amón: Definiciones
Tratado XVII. Lo incorpóreo
Tratado XVIII. Sobre cómo el alma es obstaculizada por las afecciones del cuerpo
Anexo del códice VI Nag Hammadi. La Ogdóada y la Enéada 

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