El territorio que nos resulta más decisivo de escudriñar es el de la educación matemática. No porque pensemos que la creación de matemática, que sí se hace en nuestro país (aunque no sea el hecho muy conocido), no sea tan importante. Lo es, y más aun: resulta decisiva en todos los plazos, aunque especialmente en el largo. Lo que sucede es que la educación matemática está en la base no solo de la creación de matemática, sino de algo más relevante: la formación intelectual que requiere la ciudadanía para fortalecer las ciencias, las tecnologías y, en buena parte, la capacidad de razonamiento , la lógica , y la criticidad que necesitamos para escalar esta escarpada época. De muchas formas, lo que acontezca con la educación matemática influirá directa y drásticamente lo que pase con el conjunto de la educación nacional y, por ende, con el destino de las estrategias colectivas de progreso del país. Por eso, deliberadamente, en las líneas que siguen se encontrará una vocación educativa.
En todo lo anterior, no se puede olvidar que el enfoque filosófico sobre las matemáticas y su enseñanza dominante desde hace más de treinta años en universidades y colegios, en el "gremio", ha contribuido también a la crisis: una matemática fría, sobrecargada de lenguaje abstracto innecesario y muchos formalismos, una matemática vacía separada de la acción constructiva por el estudiante, y ajena a los planos más intuitivos. Si ya era un problema la dificultad inherente al estatus epistemológico de las matemáticas (su implacable abstracción: el territorio de lo general), los enfoques, programas y métodos inadecuados apuntalaron el rechazo de las matemáticas entre los estudiantes, los padres de familia y hasta los mismos maestros y profesores.
Me parece oportuno poner en relieve la pertinencia de enfrentar estos problemas en las matemáticas con relación al país. Precisamente porque las matemáticas son un reflejo directo privilegiado de la educación nacional (los indicadores de promoción, las ausencias y debilidades persistencia en recursos humanos y materiales), responder con voluntad y energía a sus dificultades puede contribuir, con visión, a responder a los problemas generales de la educación nacional. Enfrentar el desafío de la educación matemática hoy puede ser una de esas tareas medulares que sirvan como pivote nacional para dotar a las nuevas generaciones de chilenos en educación de calidad que demanda el nuevo momento histórico.
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