LAS ACTITUDES Y LA
EDUCACIÓN
Las actitudes pueden considerarse uno de los aspectos
psicológicos que han alcanzado más difusión tanto en el área académica como
extra-académica. Uno de los teóricos más importantes en este campo, Alport,
señala que esta notoriedad se debe, fundamentalmente, a dos hechos:
1. No se las puede considerar propiedad exclusiva de ninguna
escuela del pensamiento.
2. Escapan a la controversia entre herencia y medio puesto
que combinan los dos aspectos de la misma.
Por otra parte, este concepto incluye un amplio espectro de
problemas teóricos y prácticos importantes en el área de las relaciones
humanas, como son la propaganda, las creencias religiosas, políticas, etc.
A esto hay que unir la falta de unanimidad en aspectos tales
como su definición, su relación con la conducta y las teorías sobre su
adquisición y cambio.
Todo ello ha llevado, a que el tema de las actitudes haya
ocupado y ocupe, en la actualidad, un lugar central en el área de las ciencias
humanas.
En relación a su definición, no se puede afirmar una
unanimidad respecto al significado del término actitud. Lo que se encuentra son
distintas descripciones de este fenómeno que varían en función del pensamiento
y contexto de cada investigador. La explicación a este hecho se basa en que las
actitudes no constituyen ninguna entidad observable sino que son construcciones
teóricas que se infieren de ciertos comportamientos externos, generalmente
verbales.
Esta definición pone
el acento en que las actitudes son disposiciones de comportamiento, por tanto,
no conductas actuales y, además, predisposiciones habituales que tienen un
fundamento fisiológico en conexiones nerviosas determinadas y que se adquieren
por la experiencia.
- Rokeach (1968), por
su parte, las define como, “una organización de creencias relativamente
permanentes que predisponen a responder de un modo preferencial ante un objeto
o situación”. Esta definición remarca la idea de que las actitudes son
predisposiciones de conducta, es decir, actúan como una fuerza motivacional del
comportamiento humano. Parece, por tanto, que los autores coinciden al acentuar
el aspecto de predisposición comportamental de estos elementos. Sin embargo,
estas variables son algo más.
Las actitudes deben su fuerza motivacional a que producen
ciertos sentimientos, placenteros o displacenteros, en el sujeto.
En definitiva, las actitudes aparecen como un fenómeno de
difícil definición. Sin embargo, las diversas concepciones apuntan a la
consideración de estos elementos como aspectos no directamente observables sino
diferidos, compuestos tanto por las creencias como por los sentimientos y
predisposiciones comportamentales hacia el objeto al que se dirigen. Constan,
por tanto, de tres componentes:
1. Cognitivo: Las actitudes contienen ideas, creencias,
imágenes, percepciones sobre los objetos, personas o situaciones a los que se
dirigen.
2. Afectivo: Las actitudes poseen una importante carga
emotiva. La presencia cognitiva de un objeto de actitud no es un hecho
meramente racional sino que va acompañada de sentimientos agradables o
desagradables hacia el mismo. Esta carga afectiva es la que otorga fuerza
motivacional a estos elementos.
3. Comportamental: Las actitudes no son únicamente creencias
sobre un objeto determinado acompañadas de un afecto respeto al mismo, sino
disposiciones a reaccionar de una cierta forma ante el estímulo.
Sin embargo, son tendencias, no reacciones puesto que no
siempre se llega a la acción. Con respecto al área educativa, el tema de las
actitudes ha sido, y es en la actualidad, una constante en este campo.
Además, la relación actitudes-educación no va en un único
sentido sino que es bidireccional. Las actitudes influyen en el proceso enseñanza-aprendizaje
y, a su vez, la educación tiene un amplio poder sobre ellas.
Así, se aprende mejor aquello
que concuerda o es congruente con nuestras propias actitudes o lo que produce
mayor agrado, y una educación adecuada puede mejorar las actitudes de los
estudiantes ante un área determinada.
Los estudios y las investigaciones que se realizan en el área
educativa tienden a centrarse más en los factores externos a la misma
(contenidos, importancia del profesor, etc.) que en los internos (intereses,
motivos, actitudes, etc.), por lo cual muy
pocas veces se ha analizado de manera sistemática el influjo de las actitudes
en el aprendizaje o el poder que tiene la educación en la formación y cambio de
las mismas.
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