LA MOTIVACIÓN EN EL
ESTUDIO DE LAS MATEMÁTICAS.
De las causas del bajo
rendimiento escolar, cada vez más se considera la motivación como una de las
más importantes, y cualquier análisis de las dificultades de aprendizaje de las
matemáticas ha de tener muy en cuenta esta causa.
El constructivismo, considera que una de las condiciones
indispensables para que sea posible el aprendizaje significativo es que el
alumno manifieste una disposición para aprender el nuevo contenido y que dicha
disposición, de acuerdo con Entwistle (1988), se manifieste en una manera
profunda de encarar la tarea.
Es decir: que la intención del alumno sea fundamentalmente
comprender aquello que estudia, y que para conseguir este objetivo busque
relacionar el nuevo contenido con aquello que sabe, perseverando en este
intento hasta conseguir un determinado tipo de comprensión.
Esta manera de encarar la tarea se contrapone al enfoque
superficial en que la intención básica es cumplir lo que nos piden para poder
contestar las preguntas del profesor.
Una de las cuestiones importantes es saber qué tipo de
organización (de centro, de área, de aula), qué tipo de contenidos, qué tipo de
metodología y qué tipo de evaluación hacen que los alumnos apliquen un tipo de
enfoque u otro.
Ahora bien, aunque las condiciones objetivas en que se
realicen la enseñanza-aprendizaje faciliten un enfoque profundo, nos podemos
encontrar con que el alumno adopte un enfoque superficial porque su motivación
no sea intrínseca sino extrínseca.
La motivación, es
decir, la intención con que el alumno se enfrenta a la tarea propuesta determina, tanto o más que las
condiciones objetivas, el tipo de enfoque que se utilizará.
La aportación que haga el alumno al acto de aprender
dependerá del sentido que encuentre a la situación de aprendizaje-enseñanza
propuesta.
Para que una situación tenga sentido se han de cumplir como
mínimo tres condiciones:
1) Que el alumno tenga claro el objetivo que se quiere
conseguir con la actividad propuesta y las condiciones en que se ha de
realizar.
2) no basta que los alumnos conozcan los objetivos y las
condiciones de realización, sino que es necesario que los hagan suyos, que participen
activamente en su planificación, etc., y
3) que el alumno se considere con los recursos suficientes
para que el esfuerzo que ha de realizar sea provechoso.
Dicho de otra manera, la actitud frente a un nuevo
aprendizaje vendría determinada por unas variables que dependen de la
personalidad del alumno que están determinadas por el entorno familiar, la
edad, el sexo, las experiencias escolares anteriores, etc. y unas variables que
dependen de la situación propuesta; tipo de organización (de centro, de área,
de aula), tipo de contenidos, tipo de metodología, tipo de evaluación, etc.
El abanico de posibilidades en la manera de hacer frente a
las actividades de aprendizaje va desde el alumno que se enfrenta a las
actividades de aprendizaje con un enfoque profundo, hasta el alumno para el
cual la Facultad es una carga de la que quiere librarse, pasando por los que se
enfrentan a las tareas con un enfoque superficial.
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